Siempre pensé que el actuar como cardumen ante determinados problemas haría que estos se solucionasen mucho mas rápido y fácil gracias a la organización y fuerza del conjunto. 
Pensaba, cuanto tiempo de vida le quedaría a la pobreza, si todos nos pusiéramos de acuerdo en combatirla. Cuanto le quedaría a la desigualdad de oportunidades si todos pensáramos que para tener una sociedad mas justa es necesario que todos partamos desde la misma base. 

Nuestro actual estilo de vida nos a empujado a implementar soluciones individuales que no sirven para solucionar lo que necesitamos pero si para mantenernos calmos pensando en que algo estamos haciendo. El poner rejas, cercos electrificados, auto-excluirnos en barrios privados, etc, no contribuye en absoluto a terminar con el tema de la inseguridad. Básicamente por que lo único que hacemos tomando este tipo de medidas es meter la cabeza en el hueco. Obviamente que son más simples y sus resultados a corto plazo son amenos. Pero nos quedamos en el corto plazo. Si este sistema de soluciones a medida sigue adelante, cuando tiempo de vida les quedaran a estos “arreglos”. ¿Cuanto tiempo más podemos seguir viviendo en un barrio privado, o con cercos electrificados, o con paredes enormes, etc.?. 

Que pasaría si empezaran a formarse centros vecinales en donde todos, una vez por semana, concurran a plantear y solucionar problemas de toda la comunidad. 
Que pasaría si empezáramos a pensar en colectivo. 
Que pasaría si comenzáramos a poner el bienestar colectivo antes de nuestro bienestar individual. Esta idea, lejos de intentar ser altruista, plantea el concepto de pensar en las repercuciones de nuestros actos en la sociedad antes de llevarlos adelante. 
Hoy por hoy la sociedad mundial esta apurada para llegar a ningún lado, llevando un estilo de vida insostenible, sin tolerancia ni paciencia. Sin empatía. Sin demostraciones de afecto. Sin chistes tontos. Llena de rabia, de ira sin saber por que. Llena de remedios para curar males que el mismo apuro genera. 

Como es posible que diariamente mueran 24.000 personas de hambre el mundo. Son 8.760.000 personas que por no comer...mueren por año. Evidentemente viendo este número a todos se nos eriza la piel. Pero...¿por qué no hay un accionar colectivo? ¿Por qué si todos coincidimos que algo esta mal no hay movilizaciones de masas?. 

Esta claro que el no ver y/o tocar el problema genera un adormecimiento de sentimientos. Esto queda en evidencia cuando grandes catástrofes azotan regiones o países enteros y la solidaridad de los pueblos aflora. Pero...la pregunta que viene de manera obligada es, ¿sale a la superficie por motus propio o por influencia?. Lamentablemente sale por influencia. Esto quiere decir que la solidaridad colectiva se activa tan solo cuando los grandes medios de comunicación muestran y llevan el drama a la espectacularidad. Pensemos en un ejemplo claro y rápido. Haití. Cuando fue el terremoto que devasto el país la solidaridad mundial estuvo firme, pero...actualmente y con sinceridad, alguien se acuerda de Haití?. Todo problema con el tiempo sigue existiendo pero no en el imaginario colectivo sino en el individual. 

Ciertamente no tenemos autonomía como sociedad. Posiblemente tampoco como sujetos. Dependemos de lo que nos den y de lo que se nos diga que tenemos que pensar para que la rueda económica siga girando.

Nuestro estilo de vida colectivo e individual a la vez es claramente el problema. La comodidad que nos presenta nuestros estilos de vidal hace que los sentimientos que lo cuestionarían, se adormezcan. Hoy por hoy, se plantean cientos de soluciones a los grandes problemas de la humanidad. Pero en ninguno aparece como parte de la solución el cambio en nuestra forma de vida. 

Nuestro nivel de consumo no es viable a largo plazo pero en el corto es tan placentero que nadie esta dispuesto a cambiarlo. Por tal, esgrimamos las más intrincadas teorías sobre los deseos y como cada uno, individualmente, tiene derecho a querer lo que quiera. Lo cual, en realidad no sería un problema, siempre y cuando lo que yo quiera no haga que otro no pueda tener lo que desea. 

Ahora volvemos hasta el principio en donde plantéabamos la idea de que una sociedad más justa sería aquella en donde todos puedan partir desde la misma base y llegar hasta donde cada uno se esfuerce o quiera sin perjudicar a nadie. 

El sistema de consumo actual, nos enseña desde niños a desear y a desear cada vez más. El problema de esto es que llega un punto en donde que para poder satifascer nuestros deseos es necesario que alguien, preferentemente lejos, no pueda hacerlo. Si esto no pasa, el sistema económico colapsaría. 

Tal situación genera un panorama en donde el 20% de la sociedad consume el 80% de los recursos y el 80% consume tan solo el 20 restante. 

No es posible tener todos todo. Para que alguien tenga mucho, otro tiene que tener poco. Es una mera distribución lógica de riquezas. 

Por lo tanto, nuestro sistema actual de consumo es el resposable de la pobreza y desigualdad planetaria. Ergo...cada uno de nosotros, en parte, es responsable de eso. 

Seguramente muchos nos dedicamos con todo nuestro corazón a intentar cambiar la realidad de miles de personas. La pregunta que deberíamos hacernos e intentar encontrar una respuesta para complementar de manera perfecta y así potenciar nuestra capacidad de cambio sería, que ¿cantidad de pobreza estoy generando a diario con mi estilo de vida?.

Por Adrián Escandar

GOOD: Las dulces pequeñas cosas

All we need is love!

Ante la Ley por Kafka

Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta al guardián y le pide que le deje entrar. Pero el guardián contesta que de momento no puede dejarlo pasar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde se lo permitirá. 

- Es posible - contesta el guardián -, pero ahora no. 

La puerta de la ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el campesino se inclina para atisbar el interior. El guardián lo ve, se ríe y le dice: 

- Si tantas ganas tienes - intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón hay otros tantos guardianes, cada uno más poderoso que el anterior. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo soportar su vista. 

El campesino no había imaginado tales dificultades; pero el imponente aspecto del guardián, con su pelliza, su nariz grande y aguileña, su larga bárba de tártaro, rala y negra, le convencen de que es mejor que espere. El guardián le da un banquito y le permite sentarse a un lado de la puerta. Allí espera días y años. Intenta entrar un sinfín de veces y suplica sin cesar al guardián. Con frecuencia, el guardián mantiene con él breves conversaciones, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final siempre le dice que no todavía no puede dejarlo entrar. El campesino, que ha llevado consigo muchas cosas para el viaje, lo ofrece todo, aun lo más valioso, para sobornar al guardián. Éste acepta los obsequios, pero le dice: 

- Lo acepto para que no pienses que has omitido algún esfuerzo. 

Durante largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años abiertamente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo entre murmullos. Se vuelve como un niño, y como en su larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, ruega a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz o si sólo le engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que brota inextinguible de la puerta de la ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte endurece su cuerpo. El guardián tiene que agacharse mucho para hablar con él, porque la diferencia de estatura entre ambos ha aumentado con el tiempo. 

- ¿Qué quieres ahora - pregunta el guardián -. Eres insaciable. 

- Todos se esfuerzan por llegar a la ley - dice el hombre -; ¿cómo se explica, pues, que durante tantos años sólo yo intentara entrar? 

El guardián comprende que el hombre va a morir y, para asegurarse de que oye sus palabras, le dice al oído con voz atronadora: 

- Nadie podía intentarlo, porque esta puerta estaba reservada solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.

Bebiendo agua

Agua

La hiper parcialidad de los medios


Cuando leí esta nota en página 12 pensé casi automáticamente en algunas cosas.
Sé que página esta últimamente siendo algo oficialista pero es necesario dejar plasmada su postura de una manera que haga que en la nota uno encuentre un sesgo muy grande?
Concuerdo absolutamente con que la "vida" excede por completo a los 9 meses de gestación. 
Pero, lo que me molesta un poco, para no decir mucho, son las visiones del pasado sectorizadas.
Paso a explicar la idea. 
El autor de la nota, Don Eduardo, marca la incoherencia de un grupo amplio de personas que dicen estar a favor de la Pro-Vida pero que en los tiempos donde el gobierno nacional hizo cosas a favor de la pro-vida ellos no estaban allí.
Esto me hace pensar y decir...porque De la Serna no hace lo mismo con el gobierno nacional? Porque no se pregunta dónde estaban los que ahora "dirigen" el país en la época del proceso? Donde y con quien estaban en la época neoliberal, tan criticada en la nota?
Con esto no quiero decir que Eduardo de la Serna esté equivocado ni mucho menos pero, cada vez más, veo que esta separación entre oficialismo y contra deja miopes a muchos. La frase "estás conmigo o estas en contra de mi" comienza a tener un fuerte valor. Esta frase como ven, no me da la posibilidad de estar a favor de algunas ideas y en contra de otras porque "o estoy con vos o estoy en contra de vos".
Me molesta la híper parcialidad de algunos medios que afirman que al campo no le interesa el "modelo redistributivo de la riqueza" y que lo único que buscan el llenarse los bolsillos porque...si pensamos eso también estamos obligados a ver la otra parte y preguntarnos, si el volar en aviones privados al sur con toda una comitiva varias veces al mes...es redistribución? Tener cientos de hectáreas compradas a precios ilógicos...es redistribución? el haberse quedado con los intereses generados por el dinero de la venta de YPF...es redistribución, el lucir vestimentas que claramente valen mucho más que lo que un campesino esclavo (que recién ahora se dan cuenta que existen) gana por año...es redistribución?
Como ven...en ambas partes hay incoherencias muy fuertes. Lo que me molesta, y lo vuelvo a decir, es que en las dos orillas Siempre estén en condiciones de tirar la primera piedra...mientras que los que vivimos el día a día seguimos peleándola para poder sobrevivir con cierta dignidad.

Atte.
Adrian Escandar

Para visitar la página web de la cooperativa entra aCUC Sitio Web

La Cooperativa Unidos por el Calzado (CUC), es una fábrica recuperada por sus trabajadores, autogestionada por ellos desde hace más de un año. Se encuentra localizada en el Partido de General San Martín (primer cordón industrial del conurbano bonaerense), en lo que era la “Planta 1” de la ex firma Gatic, una de las empresas productoras de calzado e indumentaria deportiva más importantes de todo el país.

La “Planta 1” de San Martín fue la sede “madre”, “la fábrica donde empezó todo”, inicialmente en un pequeño galponcito de 100 metros cuadrados donde su fundador, un argentino hijo de inmigrantes, inició la construcción de la gran empresa nacional a fines de la década del cincuenta.
La ex Gatic tenía (entre otras), la concesión de la marca Adidas y fue proveedora de zapatillas y ropa deportiva para la Selección Nacional de Fútbol. Llegó a tener más de 20 plantas de producción en las provincias de Buenos Aires, La Rioja, Córdoba y Corrientes, contabilizando alrededor de 7200 trabajadores en sus épocas de esplendor.
Incluyendo calzado, indumentaria y accesorios, Gatic llegó a facturar 320 millones de dólares al año. Los trabajadores llegaron a vivir una cierta bonanza económica que se fue perdiendo paulatinamente durante la década del noventa. Se señalan como causantes de la debacle, la apertura indiscriminada del mercado local, la crisis económica del país en general, un endeudamiento feroz y errores de gestión cometidos por sus directivos.
En el año 2000 se decide un cambio de dirección en la empresa, el fundador de la misma cede el timón a otras personas y se retira. Ya para ese entonces los trabajadores venían tolerando atraso y reducción de los pagos que derivaban en graves problemas personales y familiares (presión arterial, stress, alteraciones en el sueño, depresión, separación conyugal, etc.). Hacia fines del 2001 el nuevo directorio decide despedir a todos los empleados de “Planta 1” y se llevan las máquinas a la sede de Pilar. Los trabajadores en respuesta montan (con la ayuda de familiares, vecinos y estudiantes) una carpa frente a la fábrica “resistiendo” y “haciendo el aguante” casi un año en la calle. Hacia mediados de 2002, ya constituidos en cooperativa, arman un plan de negocios con la idea de trocar deuda salarial por máquinas y montar una fábrica en un predio que les sería cedido en José León Suárez.
En ese momento vuelve a cambiar la conducción de Gatic. Se reabre Planta 1 y se toma a todos sus empleados. Sin embargo comenzarían a sucederse una serie de dificultades, entre ellas la perdida de la licencia Adidas. Hacia septiembre de 2003 los trabajadores nuevamente ven demorarse los pagos, cansados de volver vivir la misma historia el 17 de octubre de 2003 deciden tomar la planta.
Desde entonces la Cooperativa Unidos por el Calzado (CUC) pasó por varias etapas. El cuerpo de trabajadores quedó compuesto por ex trabajadores de la ex Gatic de las sedes de San Martín y Pilar (que también había cerrado en el proceso), y nuevos miembros, familiares de estos trabajadores, mayormente jóvenes, a quienes se capacitó en los diferentes oficios que involucra la planta y fueron incorporados a la cooperativa.
El momento de la autogestión productiva comenzó a partir de abril de 2004, cuando el juez, que dejó el edificio, las máquinas e instalaciones bajo el cuidado de los trabajadores, los autorizó a producir. El 22 de diciembre de 2004 lograron la expropiación. Superada la batalla legal en sus trazos más gruesos, este grupo trabajadores se plantea fortalecer y desarrollar el proyecto tanto en sus aspectos productivos como comunitarios, ese es su nuevo desafío.

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